lunes, 31 de agosto de 2009

Ambigüedades en la hegemonía católica



Por Tahira Vargas
Miércoles 12 de agosto
Clave Digital

La sociedad dominicana es predominantemente religiosa pero mantiene una disociación entre sus discursos religiosos y su cotidianidad.

La religión católica tiene una fuerte presencia en el 64% de la población dominicana que se ubica en esta religión (ONE, 2002).

Esta alta adherencia a la iglesia católica es totalmente ambigua porque no marca totalmente el accionar cotidiano de la mayoría de nuestra población

En la encuesta Gallup 2009 se presenta que el 80% de la población acepta que la mujer puede abortar cuando está en riesgo su vida. Esto indica una altísima aceptación del aborto terapéutico y una alta aceptación de que la regulación de la práctica debe pasar al código penal o sanitario (73%) contra un 14% que considera que debe aparecer en la constitución.

Estas afirmaciones se contradicen totalmente con los planteamientos de la jerarquía de la iglesia católica que se ha mantenido firme en impulsar que el congreso apruebe el artículo 30 (ya aprobado en una primera lectura) que implicaría la prohibición del aborto terapéutico.

En otros ámbitos de la vida social encontramos contradicciones con la iglesia católica mostrándose una hegemonía ambigua y sobre todo frágil en la vida cotidiana. Estos aspectos son:

a)      Presencia de creencias y actividades del vodu dominicano conviviendo con las actividades católicas en los mismos grupos. Muchas personas que asisten a misa y son líderes de comunidades parroquiales también tienen sus altares y realizan celebraciones de vodu dominicano para promesas, casos de enfermedad y con motivo de algún santo-misterio del que son servidoras. 
Esta dual relación entre servidores de misterios y su liderazgo en la iglesia católica no resulta contradictoria para una gran parte de la feligresía. A pesar de los cientos de años de condena y sanción al vodu dominicano por las jerarquías católicas este no ha desaparecido sino por el contrario convive en el sincretismo religioso dentro de la misma iglesia.


b)     Predominio de las uniones consensuales por encima de los matrimonios religiosos.
En ENDESA 2007 encontramos que el 41.9% de las mujeres y el 35.8% de los hombres estaban unidos, mientras que solo el 14.8% de las mujeres y el 13.8% de los hombres estaba casado (aquí se incluyen matrimonios civiles y religiosos). Los matrimonios católicos han sido y son una minoría en la población dominicana y no han valido las sanciones y presiones de la iglesia en este sentido. 

c)      Establecimiento de la necesidad de un estado laico. A pesar de que se establece que la religión oficial en nuestro país es la católica esto no es aceptado por la mayoría de la población que en la encuesta Gallup considera (53.4%) que el estado dominicano no debe tener religión oficial contra un 31.6% que considera que debe ser la religión católica la oficial. Esta es una expresión de que hay un sentimiento mayor hacia un estado laico que a un estado donde predominen las directrices de la iglesia católica (como ocurre actualmente). 

Todo este panorama de ambigüedades nos muestra que la iglesia católica no tiene una hegemonía fuerte en las decisiones ni en la vida cotidiana de nuestra población. Si bien tenemos una población mayormente católica en términos “nominales” su accionar no lo es sino que se inclinan a posiciones y actitudes más duales en su vida cotidiana. 

La lectura de ambigüedades y brechas entre el discurso y la práctica debe servir como plataforma para la toma de decisiones de nuestros legisladores y funcionarios en el momento de impulsar políticas públicas y leyes en las áreas de salud sexual y reproductiva y que tocan las relaciones de género.

Seguir subordinados a las directrices de la jerarquía católica los aleja de la realidad social, del imaginario de las mayorías y por supuesto de sus votos.

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